martes, 27 de marzo de 2007

La Llorona




Ésta es la más famosa leyenda mexicana. Es tan trascendental para los mexicanos, que algunos descendientes de inmigrantes que viven en Estados Unidos y Canadá, aseguran haber visto a La Llorona en la ribera de los ríos.

México estaba aterrorizado por aquellos angustiosos gemidos. Cuando se empezaron a oír, muchos salieron a ver quién era el extraño ser que lloraba de ese modo tan doloroso. Varias personas afirmaron, desde luego, que era cosa ultraterrena, porque un llanto humano a distancia de dos o tres calles se quedaría ahogado, ya no se escucharía. Pero este traspasaba con su fuerza una gran extensión y llegaba claro a todos los oídos con su amarga quejumbre. Salieron muchos a investigar, y algunos murieron de susto, otros quedaron locos de remate y poquísimos hubo que pudieron narrar lo que habían contemplado con terror entre escalofríos y sobresaltos.

Existen varias versiones sobre la misma leyenda, pero la más popular relata que, a mediados del siglo XVI, los habitantes de la ciudad de México acostumbraban a refugiarse en sus hogares al llegar la noche. Especialmente, los sobrevivientes de la antigua Tenochtitlan, cerraban puertas y ventanas, y todas las noches algunos despertaron por los llantos de una mujer que andaba en las calles, de allí su nombre
(La Llorona). Este suceso se repitió por mucho tiempo.

Cuenta la leyenda que una mujer, envuelta en un flotante vestido blanco y con el rostro cubierto con un velo que revolaba en torno suyo al fino soplo del viento, cruzaba con lentitud por varias calles y plazas de la ciudad, unas noches por unas y a veces por otras, alzaba los brazos con desesperada angustia, los retorcía en el aire y lanzaba aquel terrorífico grito que metía pavuras en todos los pechos. Ese tristísimo ¡AY! se escuchaba claramente en el silencio de la noche, y luego se desvanecía con ecos lejanos.

Así, por una calle y luego por otra, rodeaba las plazas de la ciudad de México, haciendo oír sus gemidos. Al final, iba a rematar con el grito más doliente, más cargado de aflicción, en la Plaza Mayor llena de quietud y sombras. Allí se arrodillaba esa mujer misteriosa, vuelta hacia el oriente y se inclinaba como besando el suelo para llorar con grandes ansias, poniendo su ignorado dolor en un alarido largo y penetrante. Mas tarde se iba ya en silencio, lentamente hasta que llegaba al lago, y en sus orillas se perdía, se deshacía en el aire como una vaga niebla, o se sumergía en las aguas.

Nadie llegó a saber con exactitud quien era la protagonista de la historia, pero se cuentan barias versiones. El caso es que allí desaparecía ante los ojos atónitos de quienes habían tenido la audacia de seguirla, siempre a distancia, eso sí, pues un profundo terror impedía acercarse demasiado a aquella mujer extraña que hacía grandes llantos y se deshacía de pena.
Pocos hombres se arriesgaron a acercarse a la manifestación fantasmal y supieron espantosas revelaciones o se murieron como mencionamos anteriormente.

y tu si alguien en medio de la oscuridad se te acerca llorando misteriosamente la ayudas...o simplemente corres....mmm lo que es yo no estaria tan segura de acercarme.

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